El candor arcaico de Henri Rousseau en Venecia
La exposición actual en el Palazzo Ducale de Venecia se ha prorrogado hasta el 6 de septiembre, así que aún estás a tiempo de ir a verla. Merece la pena, sin duda, ya que el protagonista es Henri Rousseau, también conocido como el Douanier, personalidad central de las artes figurativas entre finales del siglo XIX y el periodo de las vanguardias, famoso por atmósferas oníricas, bosques y paisajes encantadores.
Rousseau escapa a toda catalogación, así como su obra, sin parangón en el ámbito del arte entre los siglos XIX y XX. Las famosas selvas, naturalezas muertas, retratos, paisajes pastorales transfiguran las ciudades industriales: realismo puro, encantado, juvenil, aquí están todos reunidos en una sola exposición llamada "El Candor Arcaico", que incluye más de cien obras procedentes de las principales instituciones internacionales.
El proyecto, sin embargo, no quiere ser una celebración más de la ingenuidad del pintor francés, sino más bien la presentación de estudios de largo recorrido que ponen bajo la luz crítica e historiográfica adecuada su obra. En efecto, el artista fue un punto de referencia para los grandes protagonistas de la vanguardia histórica, para intelectuales como Apollinaire y Jarry, para grandes coleccionistas como Wilhelm Uhde y Paul Guillaume, pero también para muchos pintores como Cezanne, Gauguin, Seurat, Morandi, Carrà, Frida Kahlo, Picasso y Kandinsky. Todos estos artistas tienen sus obras en la exposición dialogando con las de Rousseau. Junto a estos artistas, la exposición presenta obras de maestros antiguos -Liberale da Verona, Francisco Goya, y otros- para indagar, de una nueva manera crítica, en el arcaísmo del que la obra de Rousseau parece ser el parteaguas entre el siglo XIX y el XX.
" El candor arcaico" es un título que subraya la originalidad de un artista que, tras la revolución impresionista, volvió a centrarse en el realismo, pero con una mirada mágica, encantada, inquietante. A través de ocho secciones temáticas, la exposición permite admirar algunas de las obras maestras más famosas del pintor francés, como el popular Autorretrato (1889-90), El corral (1896-98) comprado personalmente por Kandinsky, La guerra también llamada La cabalgata de la discordia (1894) pintado con esa mirada que su gran admirador Soffici, calificaba de "ingenuidad infantil". Un "candor arcaico", precisamente, como el que desprenden las obras dedicadas a la naturaleza salvaje y a las famosas selvas, que se pueden encontrar en la muestra: Encantador de serpientes (1907), Caballo atacado por un jaguar (1910) por citar un par. Y luego los bodegones y la serie de retratos de hombres y mujeres (a menudo amigos o parientes), entre ellos el Retrato de mujer comprado por Pablo Picasso y expuesto delante de su La bouteille de Bass, en una sala amenizada con el poema que Guillaume Apollinaire dedicó a Rousseau durante el banquete que celebró la compra, y con la música de fondo del vals "Clemence", compuesto por el propio Rousseau.